Cómo decir “NO” sin culpa

El momento en que dejas de explicarte es el momento en que tu energía regresa.

La mayoría de las personas no tienen problemas para decir que no porque sean débiles.
Tienen problemas porque aprendieron a sobrevivir complaciendo.

Decir que sí se volvió un reflejo.
Una forma de mantenerse a salvo.
Una forma de seguir siendo querida.
Con el tiempo, ese reflejo se convierte en agotamiento.

La culpa no es una brújula moral.
A menudo es el eco de quien fuiste obligada a ser.

Los límites no son muros.
Son decisiones silenciosas que protegen lo que importa.

Cuando dices no, algo dentro de ti exhala.
No porque hayas herido a alguien —
sino porque dejaste de herirte a ti.

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